11.4.08

TEATROTERAPIA. CANCER


Viana: 18:30 horas

Montaje teatral dentro de la semana contra el cancer que organiza la biblioteca de dicha localidad Navarra, que dicho sea de paso, no para de hacer cosas.

Autores, direcciones y todo: Begoña y Fernando
luces y cariño: Rakelita

Fernando y Begoña, ofrecieron un montaje, íntimo, delicado. La trama complicada, no por la complejidad de la misma, sino por el momento elegido: Una madre le dice a su hijo pequeño que tiene Cancer. La madre elige la fantasía, la magia, el cuento y el juego para comunicarse con su hijo, fuera no existe otra cosa, es ella quién afronta con valentía, inteligencia y cariño, la manera de transmitir a su hijo que ella ahora es distinta. Distinta de antes, distinta de los demás, distinta con él. El niño a través de todo lo que le ha contado su madre canaliza su rabia, sus miedos, y se relaciona con el mundo sabiendo que algo ha cambiado, sabiendo que hay una lucha, sabiendo que a veces hay que luchar, y que a veces se puede perder. Los juegos realizan un papel importante, en esa relación y a través de los juegos los personajes se comunican y a través de los juegos los actores enganchan al espectador. Todo el público entró al juego del veo veo y sintió como la historia avanzaba a través de él, primero adivinamos todos palabras vanales y luego palabras que tenían que ver con la enfermedad, el juego hacía avanzar la escena. Muy delicado el juego de la peluca, tan presionados como estamos por nuestra imagen pública, quedarse calvo y más por una enfermedad, es algo que te puede marcar, distanciar, querer encerrante, por ser un síntoma demasiado vistoso, por eso cuando el niño utiliza la palabra calvorotas y compara a su madre con el abuelo, ofrece una normalidad al asunto que hace perder el miedo a la madre, la madre se disfraza con la peluca para jugar, no para ocultar.
Creo que con el planteamiento presentado por los dos actores, aprendimos todos a afrontar algo tan duro como el cáncer, descubrimos esa mágica manera de afrontar una enfermedad que nos convierte en más humanos.
El público respondió con un silencio complice durante toda la representación, muchos de ellos con sus lágrimas decían que ellos también habían estado ahí al otro lado, de otras mil maneras, pero ahí aguantado el chaparrón, desgastandose con la lucha. Muchos se vieron reflejados en un espejo, y la distancia les otorgó la capacidad de purgar sus dolores a través de un leve llanto.
Para eso sirve el teatro. Gracias por vuestra generosidad escénica Pinchamé y Nichi Comanichi.

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